1.c) El adulto no ejerce de adulto


O lo que es lo mismo, el adulto no es un modelo social. El adulto, en muchas ocasiones, se presenta hoy como un ser inestable e inacabado, dirigido por la estética del fracaso. Y sobre todo, que huye de la responsabilidad. ¿Pero este modelo sirve para educar?. La paternidad es minusvalorada por la sociedad, quedando asociada a una actividad molesta y que nos quita nuestro más preciado bien: el tiempo libre. El adulto ha desaparecido (y no digamos la persona mayor) como modelo social, y cuando no desaparece, en muchas ocasiones es ridiculizado.
El adulto ha cedido su sitio a los niños, pero no es lo mismo que el niño consiga con su esfuerzo ponerse a la altura de los adultos a que sea el adulto el que le regale este lugar de privilegio.
Los niños se quedan sin modelo de referencia, a la vez que desaparece la infancia como lugar de inocencia.
El problema viene cuando nuestros hijos no tienen clara la diferencia entre: La realidad y el juego, lo privado y lo público y lo permitido y lo prohibido.
Por otra parte el niño y el joven son adulados por los medios de comunicación, porque son objeto de deseo comercial.
Todos estos elementos, hacen que el adulto cada vez tenga menos el papel de adulto-conductor de la vida de los niños, mientras estos, cada vez están más acostumbrados a decidir.
Y con esto, corremos el riesgo de convertirnos en padres obedientes, de hijos/as acostumbrados a mandar.

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